Hay un universo de pequeñas tragedias siempre a punto de suceder -siempre a punto- y una catástrofe tras otra se mueven mis pies. Los zapatos son hermosos –gamuza negra y una correíta a la altura del tobillo- mis pasos deben ser cortos bordeando el equilibrio a medio centímetro de una caída inminente -malos pasos-, no hay café ni cuadernos de notas; veo la luz por debajo de la puerta y presiento la tormenta –son bonitos los zapatos, los compré ayer- estoy paranoica, me estoy volviendo loca realmente, -es imposible correr con ellos puestos, me cortarían las hebillas, me torcería un pie [hace años que no me sucede]- veo la sombra de sus pies acercándose a la puerta, quiero desparecer, me hubiera ido hace tres meses, temo quedarme sola, sé que así será al final; mi corazón late, quiero llorar y un vaso de agua, por lo menos agua habrá, debo tomar un poco antes de explicarle. -¡Dios!- siempre los pongo en su lugar y ahora no sé en dónde están, reviso impacientemente los cajones –todo es un desorden- no confío en nadie ¿estaré loca? Debería comprar pastillas para dormir; me va a hacer un reclamo –lo sé- mi corazón late fuerte, sus pies se acercan, se ve por la rendija de la puerta, soy una mujer sin sentimientos, tengo miedo, el miedo es instintivo, tengo mucho, necesito el café y el agua. Tengo sed. Son bonitos los zapatos, de gamuza negra –¿ya lo dije?- me duelen un poco los dedos, yo puedo soportarlo, por aquella cosa griega -estoic...qué?-. Tengo miedo. Cada libro está a punto de caer y mis errores hacen fila y esperan turnos: herida complicada de laceración múltiple. Hay un universo de tragedias siempre a punto de suceder, de sucederme.
22.5.07
14.5.07
SLEEPY TIME
She feels safe in the house locking windows and doors.
-I feel trapped-,
She fears the enemies out there, I fear the ones inside...
None of us can sleep.
-I feel trapped-,
She fears the enemies out there, I fear the ones inside...
None of us can sleep.
3.5.07
MARCO
Lucas mueve la punta de uno de los libros y lo hace sobresalir a dos centímetros del resto del estante, dice que eso bastará para desquiciarlo en cuanto entre a la habitación, y se va. Yo me quedo peleando conmigo misma y finalmente lo devuelvo a su lugar temiendo que la desquiciada sea yo. Lucas lo conoce mejor, yo sé apenas lo que he logrado imaginarme a través de nuestros mutuos silencios y camino por su mundo de puntillas durante sus ausencias - que valga decir son numerosas-. Creo que él es extraño. Me dijo alguna vez que odiaba los directorios y me imagino que le fastidia el alfabeto pero sé que le encantan los libros. Su mundo - y esto son sólo suposiciones mías- esta compuesto de pequeñas, incontables, variables y delicadas relaciones de proporción -nada de códigos taxónomicos- pero puede decir con exactitud quien ha entrado mientras no está, sabe encontrar la quinta pata del gato en cada gato que le pase por delante, sabe en donde estaba cada hoja, cada lápiz y la forma en que la oreja de esta taza formaba un ángulo recto con aquel borrador. Odia los marcos -eso no lo entiendo-, para mí los marcos son necesarios cada tanto, un lugar de dónde agarrarte antes de que te pierdas. Yo entro en la habitación, lo veo todo, lo levanto, lo pruebo , lo dejo metódicamente en su lugar y llevo una lista mental de la ubicación de cada cosa, como un rompecabezas efímero -es por mi memoria- luego lo olvido todo, pero eso lo sé desde antes de empezar, él anota -yo también-, a veces lo anoto todo, luego duro días sin escribir -y sin dibujar- entonces siento como que se me va desarmando el mundo, se me va borrando -es por mi mala memoria- sé que a él le debe pasar algo parecido, pero no sé que tal funcionen sus recuerdos ni que tanto le duran sus mediciones aleatorias. Me gusta imaginarme que somos parecidos en algunas cosas, me hace sentir menos loca pensar que él es como yo en lo del orden, que le gusta pero nunca alcanza a meterlo todo en su lugar, que no le gusta sentir el sabor en su boca después de fumar, que sabe que nada puede durar y le entra angustia... Ya no sé si hablo de él, pero sé que se siente como un personaje de ficción y creo que es porque esos personajes - especialmente los que toman té- están todos un poco locos, son exagerados, hacen un performance interminable y odian los libros que sobresalen dos, uno, medio centímetro del estante, arman un escándalo, encuentran culpables, hacen rodar cabezas y luego lo olvidan todo, no era tan importante al final.
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