3.9.07

VIA AL MAR

ANTONIO
(Según Cali)

Antonio aprendió a darse coñazos en el patio de la escuela durante los recreos y después de clases, Múnera y Castro eran los más peliones y los primeros en arremangarse las camisas para darse duro y parejo hasta que alguien saliera con un ojo morado o una nariz sangrante, nunca antes. Los cogían las tres de la tarde en el parque Santander con la cabeza llena de tierra y grama, luego, cada cual recogía sus libros, se peinaba con las manos, se componía la camisa, se limpiaba los mocos y se iban para la casa. A Antonio le tocaba caminar hasta la casa en la calle San José, era el último de doce hermanos y a eso de las cuatro se iba al estudio a ayudar con los químicos, las entregas o la limpieza, lo que hiciera falta, pero sólo, en la trastienda, peleaba contra el aire tirando puños a su propia sombra y soñando con montarse en un cuadrilátero para moler a golpes a algún pendejo, el mundo era un lugar mucho más pequeño en esos días y el boxeo gozaba de popularidad aunque no de prestigio.

Al salir de la escuela lo mandaron a la Barceloneta a estudiar derecho, allá conoció a Escobar y por Escobar a Cassiani, al salir de la universidad se sacaban las corbatas -que eran una verdadera tortura china en ese calor de mierda- y se iban hasta el otro lado del centro, a un gimnasio de tres pelos... Cassiani despareció con los años, y Antonio después, no sé en que momento conoció a Alicia, bueno, ahí volvió a leyes, decretos, corbatas y juzgados, que sé yo, acabaron las peleas para él y se separó de esa vida de costillas rotas, tabiques partidos y victorias fugaces.

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